Luz Clenia Álvarez de Salgado es una voluntaria de la Agrupación Damas Grises, quien sobrevivió al terrible desastre natural que padeció el municipio de Armero, el 13 de noviembre de 1985. Llevaba 3 años de haberse consagrado cuando el inesperado suceso ocurrió.
Para iniciar esta historia, debemos remontarnos a su llegada a la Cruz Roja Colombiana Seccional Cundinamarca y Bogotá, cuando una amiga, que ya hacía parte de la organización, la invitó a unirse. Aunque en un inicio su interés era únicamente el de aprovechar el tiempo libre, con los años su motivación fue creciendo gracias al trabajo que realizaba con las comunidades.
Ser parte del voluntariado no solo le aportó positivamente a su lado emocional, sino que también amplío sus conocimientos relacionados con la prevención de riesgos, conocimientos que fueron esenciales para lograr sobrevivir, junto con su familia, a la terrible tragedia.
Un mes antes de la emergencia los días comenzaron a cambiar, pasaron de ser soleados a ser nublados, nadie se imaginaba lo que estaba por suceder. En ese mismo tiempo, el director de Socorrismo de ese entonces, Atilano Salgado, les había hablado sobre las novedades naturales que se venían presentando en el aire y en las fuentes hídricas de la región, alertándolos sobre la importancia de estar preparados ante una posible amenaza de avalancha.
La ceniza que caía sobre sus cabezas por esos días no era para nada algo menor, porque las sospechas se hicieron realidad, solo que con un resultado más devastador. Esa noche, los flujos de lodo, tierra y escombros de la erupción volcánica del Nevado del Ruiz borraron a Armero.
Afortunadamente, Luz Clenia, su familia y algunos vecinos de su sector se salvaron gracias al plan de evacuación que habían acordado en días previos. “En caso de alguna eventualidad vamos a correr todos hacia la loma que queda pegadita al cementerio”, dijo Luz Clenia.
Esa noche ella corrió como nunca antes para subir hasta la punta de la loma y salvaguardar su vida. Pese a la oscuridad en la que se encontraban inmersos, ella afirma que sus ojos se acostumbraron de forma tan impresionante a ese ambiente que le era posible ver con claridad.
Aunque nunca había subido por esa ladera, la voluntaria, quien coordinaba El Ropero, un espacio donde guardaban la ropa que estaba dispuesta para donación, recordó que un día, una mujer llamada Omaira se acercó pidiendo vestuario para ella y su hija, y viendo su necesidad, ella le entregó varias prendas.
No volvió a ver a aquella señora, sino hasta un día después del desastre natural cuando escuchó a alguien que hablaba diciendo “la voluntaria de la Cruz Roja también sobrevivió”, quien decía eso era una persona cercana a Omaira.
Por extraño que parezca, la mujer que tiempo atrás le había pedido ayuda en El Ropero, también se encontraba en la punta de la loma esa madrugada de 1985 intentando sobrevivir. Omaira tenía su casa allí y fue gracias a ella, que Luz Clenia y su familia pudieron alimentarse y vestir ropas limpias durante esos días, aun cuando sus recursos eran escasos. De hecho, el vestido que se puso Luz Clenia era uno de los que ella le había regalado en un pasado.
Después de tres días del suceso, su familia y ella identificaron algunos socorristas de la Cruz Roja que los ayudaron regalándoles una garrafa de agua y una panela que les sirvió para emprender su camino e intentar llegar a Bogotá.
No fue sencillo. Primero tuvieron que caminar por largo tiempo, luego transportarse en una volqueta que viajaba a Guayabal, cabecera municipal de Armero, y seguido de ello, gracias al gesto amable de un conductor, pudieron llegar hasta la Terminal de Transporte de Bogotá, donde los familiares de su esposo los estaban esperando.
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero aunque los meses pasaron, la señora Álvarez de Salgado seguía con miedo y vivía con depresión. Fue por eso que tomó la decisión de apartarse de la Agrupación por unos años.
Fue solo hasta el 13 de mayo de 1986, cuando Luz Clenia se reintegró. Las palabras de motivación de algunos funcionarios de la Cruz Roja, los homenajes, los regalos como el de una casa, y los encuentros que la Institución organizaba para todos los sobrevivientes de la emergencia, sirvieron de motivación para que retomara su labor humanitaria.
Hoy ya son 40 años los que lleva siendo voluntaria.
Escrito por:
Tatiana Romero Gómez
Analista de Comunicaciones
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