Seguramente estemos de acuerdo en que lo más probable, es que a lo largo de nuestras vidas no vivamos un desastre de gran magnitud. A pesar de ello, la vida de cada uno de nosotros está llena de pequeños simulacros de desastre y de crisis. Es decir, de situaciones estresantes, de incertidumbre, de frustración, de desorganización y falta de planeación a pequeña escala por razones diferentes a un desastre, pero que reflejan nuestro comportamiento más probable y capacidades reales ante una emergencia o desastre, en el cual todo puede ser peor. Si no lo hacemos en el día a día, es muy probable que tampoco en un desastre.
La principal razón (más no la única) para estar hablando de desastres en Bogotá es la probabilidad de un terremoto, el cual, si bien se percibe lejos mentalmente, puede no estarlo. Históricamente se han presentado por lo menos dos terremotos cada siglo en la capital (1616, 1644, 1743, 1785, 1826, 1827, 1917, 1923, 1966, 1967) por encima de VII (de XII) según la Escala Modificada de Mercalli la cual clasifica el grado de destrucción con base en los registros históricos o evaluaciones de daños. En cuatro de estos se han registrado muertos, múltiples heridos y afectación de viviendas.
Incluso en la prehistoria se hablaba de Chibchacun, el Dios Chibcha de los terremotos, quien, condenado por Bochica por inundar la sabana, cargaba el mundo a sus espaldas, generando terremotos cada vez que se lo acomodaba. Esto refleja la conciencia que tenían los primeros habitantes de la Sabana acerca del riesgo sísmico y que pasaban de generación en generación. Ahora bien, los patrones descriptivos no son patrones predictivos y existe la probabilidad de que no vuelva a haber terremotos de gran magnitud, o por lo menos no en un futuro cercano. Pero esto es impredecible.
En Bogotá se han hecho varios estudios sísmicos (ej. en 1993, 1997, 2011) para comprender los posibles efectos de un terremoto. Uno de los más importantes hallazgos es que Bogotá se extiende densamente hacia el norte, noroccidente y occidente en su mayoría sobre suelos lacustres (suelos blandos, inestables, que multiplican las ondas sísmicas). De acuerdo a esto, según un estudio de la Universidad Nacional de Colombia, si se repitiese un sismo como el de 1827 (Magnitud en escala de Richter >7.5), las consecuencias podrían ser peores que las del terremoto de México en septiembre de 1985, no solo por la gran cantidad de caos y destrucción, sino también por los miles de muertos y heridos.
En nuestro país ha habido varias historias de tragedias anunciadas, como ha sido el caso de las tragedias de Armero y Mocoa. En el caso del terremoto de Bogotá, ¿deberíamos considerarlo de manera distinta? Es importante reconocer que tenemos en común una cosa con las personas que ya han vivido desastres y es el hecho de “no creer que pueda ocurrir”.
Existen muchas acciones sencillas que podemos realizar para prepararnos para los pequeños simulacros de desastre del día a día y para los de gran magnitud, empezando por nosotros y por nuestra familia. Próximamente estaremos dando consejos que nos ayuden a prepararnos.
Elaborado por:
Francisco Sarmiento
Referencias:
Chicangana,German et al. La amenaza sísmica de la Sabana de Bogotá frente a un sismo de magnitud M > 7.0, cuyo origen esté en el Piedemonte Llanero. Cuad. Geogr. Rev. Colomb. Geogr., Volumen 24, Número 2, p. 73-91, 2015. ISSN electrónico 2256-5442. ISSN impreso 0121-215X. En internet en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/rcg/article/view/43865/51662
Espinosa, Armando. 2003. La historia sísmica de Colombia (1550- 1830). Armenia: Universidad del Quindío.
Comments