Que nos regalen flores, que nos traigan chocolates, que nos dediquen poemas y que nos hagan homenajes en redes sociales también, si quieren… pero que no olviden, cuando termine el festejo, ser justos: escucharnos, no violentarnos, no discriminarnos, no cosificarnos…
Que no olvidemos (todos), entender y asumir que, a pesar de sabernos iguales en derechos, al menos en Colombia, la tasa de desempleo de las mujeres es 9 puntos porcentuales mayor que la de los hombres, y que aquellas mujeres que acceden a un lugar en el mercado laboral reciben ingresos 12 puntos menores por su trabajo que los hombres (DANE, 2020).
Que no ignoremos (todos), cuando sea mañana y termine el festejo, el compromiso moral que deben asumir como hombres para resarcir, por fin, una historia de inequidad y de injusticia, y que no eludamos nosotras el compromiso moral que tenemos con nuestras anteriores y futuras generaciones, de movilizarnos en pro de los derechos y las libertades que merecemos.
El 8M, Día Internacional de la Mujer, proclamado por la ONU desde 1975, es una fecha que debe entenderse desde la perspectiva histórica de la lucha femenina. La revolución, que es la madre de los cambios sociales más importantes del mundo, está intrínseca en la conmemoración que hoy hacemos en honor de las muchas mujeres que, desde finales del siglo XIX, empezaron a alzar sus voces y a exigir los cambios que aún hoy no hemos alcanzado por completo.
“La participación de las mujeres y la adopción de decisiones por ellas de forma plena y efectiva en la vida pública, así como la eliminación de la violencia, para lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas”, es el tema que se aborda este 2021 en las Naciones Unidas, en el que se hace énfasis especial en ‘la igualdad de remuneración’ y ‘la distribución equitativa de los cuidados y el trabajo doméstico no remunerados’, entre otras cosas.
No es una novedad el análisis ampliamente hecho sobre la incidencia que tiene la carga de responsabilidades en el hogar en las expectativas sociales y laborales del género femenino. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado es hoy una de las principales barreras que existen para el desarrollo profesional de la mujer y su igualdad económica.
Las cifras no mienten: en un informe sobre brechas de género, realizado por el DANE en 2020, se logró establecer que, en Colombia, el valor del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (TDCNR) asciende a 186 mil millones de pesos, de los cuáles el 77% lo aportan las mujeres y sólo el 23% los hombres. Pero hay una arista de este hecho que resulta más preocupante: el 38.5% de la población colombiana está ‘de acuerdo o muy de acuerdo’ con que “el deber de un hombre es ganar dinero, y el de la mujer es cuidar del hogar y la familia”.
Este simple hecho (que hace parte de una serie eterna de creencias y estereotipos que nos discriminan) me lleva a volver sobre mi primera idea de este texto: no existen flores, chocolates, regalos, ni poemas que hasta el momento hayan ayudado a reivindicar nuestro lugar en la humanidad.
Queridas ‘Nuevas Feminidades’ -como llamamos a esas mujeres que ya no queremos encajar en los moldes en los que nos dijeron que debíamos estar- y queridas ‘Nuevas Masculinidades’ -que sé que también nos leen-: No permitamos que el 8M se convierta en otra fecha comercial… pidamos a hombres y mujeres a nuestro alrededor que cambiemos los famosos ‘detalles’ que nos dicen que debemos esperar en estas fechas, por acciones reales y contundentes en pro de la equidad de género.
Repartamos por igual las tareas domésticas, las responsabilidades de crianza y otros trabajos no remunerados; no aprobemos comentarios o actitudes sexistas; exijamos igualdad de trato y representación en los escenarios de poder; desafiemos nuestros propios imaginarios sobre el deber ser de las mujeres vs. el deber ser de los hombres, preguntémonos qué tanto daño nos hacen esos imaginarios y qué tan reales son… rechacemos esa idea constante de competir y compararnos entre nosotras. En pocas palabras, ¡comprometámonos con la causa!
¡Ah! Y los regalos, que no sean para agradecernos ‘por ser incansables’, que sean para apoyar empresas de mujeres o que lideren causas relacionadas, quizá a punta de pequeños aportes algún día podremos reconocernos menos incansables y más fuertes.
El cuncho: Desde ladosisxx.com hemos aceptado la invitación de la Cruz Roja Colombiana, seccional Bogotá y Cundinamarca, a unirnos a la campaña #YoSoyYPuedoSer.
Empecemos por decir públicamente qué podemos ser y hacer cada un@ para comprometernos con la búsqueda de equidad de género e invitemos a otros a unirse a esta iniciativa.
Escrito por:
Andrea Olano
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